La relación con Walter iba de maravillas, de novios, sólo llevábamos un año y cuatro meses, pero nos conocíamos desde que estábamos en séptimo grado, nuestro amor surgió en el último año escolar, nunca pensé tener nada serio con él, era muy noviera, y Walter lo sabía, en ese entonces mis novios eran desechables, cuando veía que se estaban enamorando, y que todo se tornaba serio, o escuchaba la palabra nosotros, era una señal para que me alejara, sin dar razón, ni explicación, sentía fobia, solo de pensar en compromiso.
Con Walter pasó distinto, no sólo me quería por mi cuerpo, quería algo más, podía sentir que era diferente, luchó, insistió, hasta que me conquistó, cuando hablaba de nosotros, me hacía sentir bien, me sentía parte de él, y eso me gustaba.
Luego de pasado un tiempo, aquí íbamos, rumbo a su apartamento, viviendo la más bella candente e inigualable historia de amor, donde solo existíamos él y yo, no había lugar para nadie más, éramos el complemento perfecto,
Bajamos el equipaje del auto, tomamos el ascensor rumbo al cuarto piso, Walter me abrazaba, me besaba, quería comprimir mi cuerpo con el suyo, de tanto besarnos, mis labios estaban rojos, acariciaba mi rostro, con ternura, con delicadeza, con amor, quería aprovechar cada instante que estábamos juntos, yo estaba perdidamente enamorada, derretida entre sus brazos, en cada oportunidad lo besaba, lo acariciaba, quería que se sintiera especial, como él me hacía sentir.
Preparamos unos tragos, y nos tumbamos en el sofá, pero mientras le contaba a Walter de todos los acontecimientos en el extranjero, mis expectativas, no parecía poner atención a nada de lo que decía, me miraba, con lujuria, sus ojos brillaban, no lo había visto así desde aquella primera vez que hicimos el amor.
– ¿me estás escuchando Walter?
Al parecer no, Walter no estaba en hablar y yo tampoco, yo estaba muerta de deseos, loca que me tocara, que fueran nuestros cuerpos cegados por el deseo, los que expresaran todo lo que en ese momento estábamos sintiendo, así es que
No hubo palabras de parte de Walter, sin darnos cuenta estábamos en el piso, nuestras ropas, las que nos quedaban, rodaban por todo el salón, desprendió mi blusa, era una blusa de tela fina, de finos tirantes, sin nada debajo solo mi piel, y unos vaqueros ajustados que no sé en qué momento salieron volando, sólo lo escuché decir
– Te amo tanto!
A lo que asentí con la cabeza y lo sellé con un beso, un cálido y húmedo beso, lo empujé hacia atrás, quedando sobre él, fui recorriendo lentamente su barbilla, fui bajando por su cuello, su pecho, hice una pausa, para sentir, sentir como se estremecía de placer, lo quemaba con mi aliento a la vez que acariciaba su piel con mi lengua, humedeciéndolo con mis labios, mi saliva, seguí mi descenso lentamente, utilizando mis manos, mis pechos, para presionarlo contra el suelo, lo tenía debajo de mí, para que sintiera el peso de mi cuerpo, el movimiento de mi abdomen sobre el suyo, los latidos de mi corazón contra el suyo, en un instante nuestros cuerpos estaban conectados, sin espacios, distancias ni diferencias perfecta conexión, el engranaje perfecto en cóncavo y yo el convexo, a Walter le encantaba todo esto, solo se dejaba llevar, a mí me gustaba jugar a tener el control, y así lo hice, en esta ocasión, sería yo quien le haría el amor.
Continuará
SLP
Wow!
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MUY BUENO, SANDRA!!
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Me alegro que te guste, gracias por leerlo.
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